Hace un par de días, presenciamos uno de esos episodios que, aunque parecen sacados de una serie de drama corporativo, suceden en la vida real… y en empresas reales. Dos líderes de alto nivel, envueltos en una relación amorosa fuera de sus matrimonios, son expuestos de forma pública y abrupta. Lo verdaderamente escandaloso no es la relación en sí —eso, aunque incómodo, pertenece al ámbito privado— sino la reacción que le siguió.
Este caso, protagonizado por el CEO y la Chief People Officer de Astronomer, estalló luego de que fueran grabados en una actitud íntima durante un concierto de Coldplay, mientras asistían al evento como parte de una supuesta "experiencia corporativa". Al verse expuestos en la pantalla del jumbotrom, ambos corrieron a esconderse (¿Dos adultos ocultándose de las cámaras? Mmm, qué raro). La escena por supuesto que se viralizó por insólita... Y esto claramente dio para que el público buscara las razones (recordemos que la asistencia de la pareja al concierto se debía -supuestamente- a una actividad laboral... O sea, si hubo acompañantes, fijo había a chisme... Y por cierto... si esto fue así, uno se cuestiona si la "experiencia corporativa" es parte de una manipulación para callar a los colaboradores testigo de este amor prohibido. Por otra parte, más allá de la complicidad o conveniencia, también están los colaboradores que observan en silencio: colaboradores que confiaban en un liderazgo que hoy se vuelve difuso. La falta de coherencia no solo decepciona; erosiona el tejido cultural interno de cualquier organización).
Al día siguiente, el CEO en cuestión emitió un comunicado que, más que aclarar, evidenció la ausencia de un área de comunicación estratégica en la empresa. El documento fue más una expresión personal de incomodidad que una postura organizacional coherente. Esto revela un vacío crítico: la inexistencia o inoperatividad del área de comunicación estratégica dentro de la compañía. Las afirmaciones vagas y "actuadas" (oh, pobre víctima) y el uso de letras de una canción de Coldplay resultaron risibles y, peor, deslegitimaron la autoridad del CEO y de la compañía.
A nombre de la organización, según CNN y otros medios, se emitió una declaración en la que se afirma que la Junta Directiva realizará una investigación interna y se designó un nuevo CEO temporal, al tiempo que Byron ha sido suspendido mientras tanto. Eso ya no es escándalo mediático, eso es una crisis organizacional y de liderazgo. Sin embargo, la nota no menciona a Chabot. En este caso, la omisión deliberada del estado de una de las partes resulta extraña, y aunado a que algunos otros medios estadounidenses afirman que ella también fue suspendida, refuerza la percepción de improvisación, descoordinación y falta de coherencia institucional.
Resulta llamativo también que Kristin Cabot se unió a la empresa apenas hace siete meses, lo que agrava la percepción de juicio ético comprometido y liderazgo prematuramente deslegitimado. En tan corto tiempo, pasó de ser una promesa en el liderazgo de talento humano a una figura central de una crisis que sacude la credibilidad de la compañía.
Siguiendo con tema de la carencia de acción comunicacional en la empresa, ¿dónde estaba el criterio profesional para anticipar escenarios de crisis? ¿Dónde la preparación para abordar reputacionalmente un hecho que trascendió lo privado y afectó la percepción pública de la marca?
Es importante notar que este caso no se trata de infidelidad solamente; se trata de coherencia. De valores. De asumir consecuencias. Dos líderes conscientes, adultos, con poder y responsabilidad, tomaron una decisión personal que impacta no solo sus familias, sino también a la empresa que lideran. No se puede hablar de respeto, honestidad y transparencia mientras se actúa desde la sombra (ahora que vemos que la directora de recursos humanos está involucrada, ¿tendrá esta empresa políticas de relaciones amorosas en el lugar de trabajo?).
Liderar una organización no es solo ocupar una posición de poder, mostrar reportes trimestrales o dar discursos sobre propósito. Es sostener la responsabilidad con integridad y en consecuencia. Es hacerse cargo, incluso cuando se está en el centro de la tormenta. Y sobre todo, es recordar que cuando un líder cae, no cae solo. También tambalea la credibilidad de su empresa y el pacto ético entre quien guía y quienes confían. El liderazgo auténtico se demuestra no en el ascenso, sino en la forma en que se sostiene ante la tormenta.
PD: Leí un post de una mercadóloga internacional comentando que le parecía inadecuado la explosión de newsjacking que han hecho las marcas en redes sociales al respecto porque era un cierto tipo de falta de respeto a las verdaderas víctimas de la situacion: las familias afectadas. Sin embargo, yo cuestiono un poco esa posición pues me parece que es parte de las consecuencias que acarrea vivir en el entorno tan mediático en el que vivimos, donde las decisiones privadas de figuras públicas —más aún si representan una organización y las decisiones son moralmente cuestionbles— tienen consecuencias. Y sí, también comunicacionales y familiares. Las marcas no hacen mofa de las familias... Se realiza contenido alrededor de una acción moralmente cuestionable: el affair.

