martes, 9 de agosto de 2011

25 maneras de ganarse a la gente (Parte I)

Hablando de diferentes temas y con distintas personas esta semana, el común denominador ha girado en torno a la actitud que como personas tenemos al establecer relaciones con los demás. A algunos se les dificulta por el entorno, a otros por conflicto de personalidades o hasta de intereses; mientras otros simplemente pareciera que carecen de habilidades para socializar o vincularse con quienes les rodean.
Mientras las conversaciones resonaban en mi cabeza, recordé un libro súper práctico y acertado que nos presenta algunos tips para mejorar nuestras actitudes hacia las demás personas. “25 maneras de ganarse a la gente” de John C. Maxwell es casi como un manual condensado de liderazgo o de relaciones públicas aplicable a todos aquellos que quieran ser líderes, ganar adeptos, ser agentes de cambio o simplemente dejar una gran impresión. Así que te interesa mejorar estas habilidades, en esta primera entrega podrás encontrar los primeros ocho consejos resumidos en el párrafo principal de cada capítulo:
1.  Empiece con usted
Si usted quiere ganarse a la gente, usted mismo debe ser un ganador o, al menos, alguien que va camino a serlo. Aprópiese de su valor como persona ganadora: acepte su propio valor personal, auméntelo y esté seguro de quién es usted. Olvídese de cualquier cosa que lo haga sentir inseguro y haga una lista de cosas que usted mismo puede mejorar.
2.  Practique la regla de los 30 segundos
Diga algo alentador a una persona en los primeros 30 segundos de una conversación. Esto la motivará y la hará sentir mejor, y cuando las personas se sienten mejor, actúan mejor. Las palabras amables tienen un gran poder: dan atención, afirmación y aceptación. Si usted desea causar una impresión duradera y positiva, olvídese de buscar formas que lo hagan lucir bien. Más bien, busque formas para hacer que los demás luzcan bien.
3.  Hágales saber a las personas que usted las necesita
No importa los éxitos que haya alcanzado ni cuán importante sea, lo que usted realmente necesita es a la gente. Es por eso que tiene que hacerles saber que no podía triunfar sin ellos. Por otra parte, todo ser humano desea tener una vida con sentido. Todos deseamos saber que se nos necesita y que lo que ofrecemos a los demás es de valor, y cuando esto pasa nos volvemos más creativos y productivos. Olvídese de cualquier actitud arrogante; hacerle saber a los demás que los valoramos es una señal de seguridad y fortaleza.
4.  Cree un recuerdo y vaya a él con frecuencia
No hay muchas cosas que puedan unir a las personas como lo es un recuerdo compartido. Si quiere crear recuerdos con sus allegados, invierta tiempo en ellos; los recuerdos surgen con quienes pasa la mayor parte del tiempo, así que esfuércese y sea creativo.
5.  Elogie a las personas en público
La forma más directa y fundamental para ganarse a las personas es elogiarlas con una palabra positiva, sincera y significativa. Es esencial que aprenda a dar cumplidos enfrente de otros al igual que individualmente. Al trabajar con la gente, recuerde que cada persona lleva un anuncio invisible colgando del cuello que dice: “¡Hágame sentir importante!”. Elogie a la gente en público tanto como pueda.
6.  Déle a los demás una reputación que tengan que mantener
Cuando usted le da a alguien una reputación que debe mantener, le está dando a esa persona una meta que tiene que alcanzar; algo que está más allá de lo que es ahora. Cuando les habla de potencial, les está ayudando a que “jueguen con orgullo”. ¿Por qué es tan importante esto? Porque la gente irá más lejos de lo que pensaba si alguien a quien ellos respetan les dice que lo pueden lograr. Además, no hay nada que le dé a la gente más confianza que ver que alguien que ellos respetan se arriesga por ellos. No solamente se les fortalecerá emocionalmente, sino que eso será un recurso en su camino hacia el éxito. Un último consejo: olvídese de los fracasos de una persona en el pasado y enfóquese en su potencial en el futuro.
7.  Diga las palabras en el momento correcto
Las palabras tienen un poder increíble. Pero decir las palabras adecuadas no es suficiente. El momento de decirlas también es crucial. George Sala –periodista británico del siglo XIX decía que debemos esforzarnos “no solamente a decir lo adecuado en el momento correcto, sino algo más difícil: A no decir lo inadecuado en un momento tentador”.
Sea sensible al momento y al lugar: ponga atención al contexto.
Dígalo de corazón: no es sólo lo que dice ni cuándo lo dice sino también cómo lo dice.
Olvídese de lo que quiere decir y enfóquese en lo que la otra persona necesita escuchar.
8.  Aliente los sueños de los demás
Una palabra inadecuada puede destrozar el sueño de una persona; en cambio, una palabra adecuada puede inspirar a esa persona a que siga tratando de hacer de su sueño una realidad.
Si alguien lo considera a usted tan importante como para compartirle sus sueños, póngale atención y recuerde esto mientras anima a esa persona:
Comprenda que los sueños son frágiles.
Animar a otros para que vayan tras sus sueños es darles un regalo maravilloso.
La gente mantendrá sus sueños una vez que se realicen.
Olvídese de criticar el sueño de otra persona. Más bien identifíquese con su visión y su deseo de alcanzarlo. Entre más lo haga, más personas compartirán sus sueños y más oportunidades tendrá para ver esos sueños florecer.


Próximamente continuaremos con el segundo set de tips =D.



lunes, 1 de agosto de 2011

Ese spam propagandístico de la crítica costarricense


Escribo este blog contestatario porque ya me harté de oír tantas críticas hacia nuestra Presidenta y su Gobierno y a nuestra situación actual como país y como sociedad. Este definitivamente no es mi estilo. No es que no me queje; lo hago y a menudo, pero lo hago sobre aquellas cosas que verdaderamente me provocan malestar y no sólo por seguir la corriente de lo que algunos quieren que piense.
Así como muchas personas se quejan de los mensajes comerciales a los celulares, de las llamadas de las emisoras de tarjetas de crédito y de las portadas y titulares de un conocido diario nacional, yo hoy me quejo de ese spam tan molesto y mediocre que es la frase banal de “este gobierno no tiene rumbo, no hay liderazgo y las instituciones del Estado no sirven para nada”. Honestamente estoy harta de la cultura del “pobrecito”, de la victimización, de que la culpa la tengan otros, de que critiquemos y critiquemos y critiquemos, y no veamos nuestros propios errores.
Yo, particularmente, estoy cansada de que en este país la gente tire la piedra y esconda la mano; de que queramos seguir viviendo en un Estado paternalista que resuelva todo y nos sirva las soluciones en bandeja de plata (y si se puede en una de oro, mejor); de una sociedad que critica y no propone... De una mentalidad propagandística, fatalista y acomodaticia. ¿Hasta cuándo podremos sobrevivir con esta mediocridad?
Queremos justicia social en tanto no nos toquen nuestro bolsillo (¿Impuestos? ¿Para qué?), abogamos por penas más duras y castigos más altos a los borrachos al volante que acaban con vidas de personas tranquilas, pero alabamos la cultura del güaro y nos olvidamos del chofer designado. Porque claro está, el borracho siempre es el otro… nunca yo. Queremos austeridad y control en las entidades estatales, pero en casa hasta el chiquito de 12, 10 u 8 años debe tener un teléfono celular (ojalá smartphone, pues es preferible que no maneje el 75% de sus capacidades a que el “pobrecito” sea el único sin teléfono en su clase de la escuela). Queremos que los homicidas tengan su merecido, pero nos ahorcamos solitos promoviendo derechos humanos para todos cuando algunos verdaderamente no los merecen (¿o es que el psicópata violador y asesino de niñas merece vivir en una celda por el resto de sus días en vez de ser torturado hasta que suplique por su propia existencia? ¿No les parece demasiado lujo?).
Queremos mejores empleos y mejores oportunidades, pero en desde el primer grado de la escuela hasta el undécimo de colegio los estudiantes prefieren estar recitando y aprendiendo el verbo “To Be” por once años antes que aprendérselo, porque qué pereza. Y aprender reglas de ortografía y algunas fórmulas de matemática es visto como algo aburrido o difícil, pero cuando se presenta la oportunidad de trabajar en una empresa lo mejor es quedar en ridículo ante las oficinas internacionales, “porque no me acuerdo de lo que me enseñaron en el cole”.
Queremos personas capacitadas en la Asamblea Legislativa, pero nos interesamos por los candidatos hasta que estamos en las urnas electorales y debemos marcar esa papeleta con una equis. Despotricamos contra el Poder Ejecutivo lo que debiera hacer el Legislativo (ni sabemos qué responsabilidades le corresponden a quién). Queremos liderazgo pero no tenemos ideales. Porque señores, ni mi generación ni la anterior conoce lo que es una persona con rasgos de auténtico líder, ni político, ni deportivo, ni artístico. Líder es quien con sus acciones logra seguidores que repliquen sus intenciones, no quien debe poner orden autoritariamente.
Y yo pregunto, ¿es achacable el 100% de la culpa a este gobierno de año y dos meses por todas las angustias y penas que vivimos hoy? Aquí se hace huelga porque se quiebra un lápiz, se pierden suministros, recursos, tiempo y oportunidades en muchos campos (comencemos por nuestras casas y oficinas). La mentalidad de "eso no me toca a mí" y "mejor no me meto en eso" es lo que nos tiene en la crisis social en que estamos. El miedo a hacer lo correcto, o al menos a hacer algo, es el verdadero culpable. Otros -desde hace años- dejaron pasar errores y horrores en las instituciones y ministerios del Estado y ahora que revientan es muy fácil culpar a quien esté a cargo.
Es muy fácil venir a quejarse hoy, después de que varias generaciones hemos disfrutado las mieles del Estado proteccionista y paternalista que nos heredaron los próceres de la Patria. Hoy, es más fácil echarle la culpa a otro que sacar un tiempito para ver cómo podemos aportar una idea que pueda contribuir a alejarnos del precipicio. Hoy, a pesar de tantas oportunidades y recursos disponibles, preferimos seguir viviendo en la Costa Rica sedentaria y pasivo agresiva –nunca pacífica- donde somos mejores que el resto de Centro América y mejores que nuestros propios gobernantes.
Todo lo que quiero decir es que el rumbo del país no está sólo en manos del gobierno, eso sería seguir viviendo con mentalidad paternalista en la era de la globalización. Aquí y ahora, la pregunta es ¿qué hace cada uno para cambiar el rumbo en el que estamos? O mejor, ¿qué hago yo para que el futuro sea mejor que el presente?  Esa es una simple pregunta que aporta y edifica más que la hiriente piedra que lanzamos. Ya basta de comentarios propagandísticos y epidémicos; la vacuna está en cada una de nuestras manos.
Perdónenme si escribí con el hígado, pero ya no puedo ocultar más mi malestar.