sábado, 31 de mayo de 2014

La única regla para tomar decisiones

“Hacer las cosas adecuadas quizá no sea siempre fácil, 
pero es siempre lo adecuado”.
- John C. Maxwell


Es probable que a la mayoría de personas se les dificulte tomar decisiones tanto como a mí, sobre todo cuando hay que decidir pasos a seguir hacia al futuro. Esa debe ser una condición humana natural frente a la incertidumbre. Frecuentemente nos debatimos ante situaciones en las que debemos escoger un camino entre lo que es conveniente (desde el punto de vista del interés) y lo que es adecuado (desde el punto de vista de la rectitud), y aunque nuestros principios suelen estar incrustados en nuestra personalidad y carácter, no siempre es fácil seguirlos.

Por otra parte, existen otros momentos en los que decidir no es tan fácil como decir sí o no, aún cuando sabemos cuál es la respuesta correcta a una determinada situación. En esos momentos nos encontramos ante un dilema que enfrenta nuestra ética contra la necesidad, la urgencia o el simple compromiso social, y así nuestra integridad moral es puesta en entredicho. Tal enfrentamiento nos golpea y nos devasta, porque nos debatimos entre lo que debemos hacer, lo que queremos hacer y lo que la circunstancia nos obliga a hacer. Es entonces cuando la encrucijada se vuelve confusa.

En ese preciso punto de inflexión sale a flote nuestra ética: ese conjunto de reglas, estándares y valores que moldean nuestra forma de pensar y de actuar y que determinan en gran medida nuestra integridad y dignidad humana. Y si bien la ética es un concepto más etereo y subjetivo, defendible y debatible según las experiencias y realidades de cada individuo, existe un elemento común mediante el cual valoramos su fortaleza. 

De acuerdo con John Maxwell, reconocido experto en liderazgo, "sólo existe un tipo de ética", tanto para la vida personal, como espiritual, como para la sociedad y para los negocios. Y esa ética está fundamentada en un único principio: la Regla de Oro (tratar a los demás como yo deseo ser tratado). Maxwell expone que la Regla de Oro es lo más cercano a un principio universal, porque la aceptan casi todas las personas, en casi todas las religiones y en casi todos los contextosAdemás, es fácil de entender, representa una filosofía ganadora para todos, y funciona como una brújula cuando se necesita dirección.


Factores que pueden repercutir en la Regla de Oro

Aún cuando creamos saber lo que se debería hacer en determinada situación, debemos sopesar si alguno de estos factores se encuentra presente o si está influyendo en las opciones que estamos valorando: 
  1. Presión: puede llevar a decisiones emocionales, apresuradas, carentes de verdad o de compromiso.
  2. Placer: suele conllevar a soluciones egoístas y cortoplacistas.
  3. Poder: recibir, abusar o perder poder pueden ser acciones que condicionen nuestro criterio y actuar.
  4. Orgullo: la necesidad de ser el ganador o de exaltar nuestro ego lleva frecuentemente a decisiones incorrectas y hasta perjudiciales. 
  5. Prioridades mal identificadas: pueden convertir que lo insignificantes se vuelva importante, y que lo importante se convierta en insignificante.

¿Cómo valorar la integridad ante cualquier situación?

Por supuesto que no existen respuestas únicas para saber qué debemos hacer ante X o Y situación; no obstante, lo que sí podemos hacer es cuestionar y valorar si lo que vamos a hacer es ético y si podremos vivir tranquilamente sabiendo que lo hicimos. Para ello tan sólo basta preguntarse lo siguiente:


¿Cómo me gustaría que me trataran en esta situación?

Así que la próxima vez que se encuentre ante una decisión difícil que involucre una relación con otras personas o que ponga en juego su integridad moral hágase esta pregunta y tenga presente que todo lo que haga parte de su carácter, el cual va mucho más allá de hablar. Su carácter depende de hacer lo correcto en el momento indicado. 








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