lunes, 18 de diciembre de 2017

La economía de la actitud (o cómo crecer sin importar la circunstancia)

La actitud se trae y se cultiva. Si hacemos de ella una disciplina, encontraremos muchísimas recompensas en cada camino y en cada esquina.

Este contenido lo vengo trabajando desde hace meses para una presentación en mi trabajo, y tiene la intención de compartir con todos mis compañeros algunos temas o insumos de liderazgo que les inspiren en su día a día, ya sea de forma personal o profesional. Pues bien, desde que me informaron de la actividad, he estado pensando qué decir, qué tema puede ser interesante o qué aspecto puede aportarles algo de valor desde mi experiencia. Y busqué entre mis experiencias de vida personal y profesional y llegué a varios puntos en común que, si bien pueden no ser extraordinarios, sí son reales y han marcado una gran diferencia en mí.

Titulé esta presentación “La economía de la actitud” porque creo que los elementos que expondré no sólo implican recursos, inversión y creación de oportunidades, sino también satisfacción de necesidades y anhelos que eventualmente, si son bien trabajados, nos traerán crecimiento y realización. Y me enfoqué en la actitud porque la actitud es más del 50% de lo que necesitamos para salir adelante en nuestros proyectos, para ser felices y para superar los momentos más críticos.

Esta, creo, es una combinación interesante de factores que han sido vitales en mi desarrollo individual y profesional, así que acá van sin ningún orden en particular, pero sí con toda la sinceridad del mundo.

  1. Ampliar y fomentar la PERSPECTIVA: En cada cosa que hagamos y en cada experiencia que enfrentemos, tratemos de realizar un breve análisis de la situación y la oportunidad que se nos presenta como individuos. Si concentramos nuestra visión en el punto negro de la pared blanca, estaremos perdiendo el chance de percibir e incidir en la belleza colateral de la zona “limpia”.
  2. Actuar con DISPOSICIÓN y ENTREGA: No podemos controlar lo que nos sucede, pero sí podemos adecuar el 90% de nuestra conducta. Entre más entrega demos, más oportunidades crearemos. Y si nos entregamos con Excelencia, Consistencia y Perseverancia basadas en el Respeto y la Integridad lograremos más de los podemos imaginar.
  3. Buscar MENTORES y REFUERZOS: Somos el resultado promediado de las cinco personas más cercanas a nosotros. El dicho de “Dime con quién andas y te diré quién eres” es válido siempre. Las personas que nos quieren de verdad, que nos inspiran y que impulsan positivamente nuestra vida nos harán brillar, no por “argolla” sino porque ven la genuinidad (sean padres, amigos o jefes), por eso debemos medir y seleccionar con quien podemos crear esa red de guías.
  4. Vivir con FE, ESPERANZA y AMOR: Si bien estas son virtudes teologales, más allá del ámbito espiritual también conforman las bases del optimismo y la gratitud. Debemos aprender a hacer de ellas un modo de vida y creer, esperar y dar continuamente.
  5. Superar el miedo a COMPARTIR: Dar, dar y dar, sin esperar a cambio. La vida se trata de in intercambio de conocimientos y experiencias y el que no da, no recibe. Cuando superamos el miedo a compartir aprendemos que no perdemos ni nos ponemos en riesgo, al contrario, ganamos y aprendemos más y nos reinventamos mejor. Fórmense, aprendan, actualícense y compartan.

Todas estas acciones son simples y complejas a la vez: simples porque no requieren nada más que ganas; complejas porque no hay nada más difícil para el ser humano que la fuerza de voluntad, pero si hacemos de ellas una disciplina, encontraremos muchísimas recompensas en cada camino y en cada experiencia.

“Donde sea que la vida de plante florece con gracia”.

— Proverbio francés





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