lunes, 4 de octubre de 2010

El Arte del Mínimo Esfuerzo

La primera vez que oí esta frase quedé cautivada. Siempre que hablamos del mínimo esfuerzo lo hacemos de manera despectiva y recriminatoria, así que verla escrita en un libro me hizo considerar que el mínimo esfuerzo no es forzosamente algo negativo, sino algo que requiere gracia y garbo, y que nos puede llevar a alcanzar la tranquilidad al dejar de lado tanto lastre que se nos acumula alrededor.

“Hacer mucho no conduce automáticamente a tener mucho éxito o muchos ingresos. Al contrario.
Llega un punto en el que hacer cada vez más
nos reporta cada vez menos.”
Barbara Berckhan
Es un hecho que la plaga de nuestros días es el estrés; ese padecimiento que nos quita la tranquilidad cuando vemos que aumentan nuestras adicciones, tenemos problemas de insomnio, poca o nula comprensión a los demás, y una gran falta de atención. Todo esto nos merma la capacidad de disfrute de las actividades que desarrollamos durante el día; pero no debería ser así. Está en nosotros mismos evitar consumirnos por factores externos que casi siempre no tienen mayor importancia.
¿Cómo logro entonces quitarme de encima las “obligaciones” sin desgastarme tanto?
He aquí algunos consejos:
1. No te ahogués en tareas poco importantes que parecen inofensivas pero que generalmente vienen en manada, y terminas diciéndote “que no me olvide de…, tengo que pensar en…”. Este tipo de tareas que te inoportunan diariamente, especialmente en tu cabeza. Así que no te impongás demasiadas cargas, seleccioná cuáles asumir y cuales tirar, resolvelas sin complicarte, agrupalas para evitar duplicaciones y retrasos.
2. Liberate de los ladrones de energía. Reconocelos. Son los que te quitan el tiempo por que pensás mucho en ellos, te confunden, te enojan y te deprimen, y a menudo son historias que se repiten sin resultados o finales concretos. Tomá una decisión clara de lo que querés que cambié, decíselo a quien esté involucrado y evitá que se repita.
Alejate de
a.  rumores y chismes. No los escuchés.
b.  fanfarrones y pajosos. Limitales su tiempo de acción. Entre más interactúen contigo, más oportunidad les das de robarte la energía.
c.  apresurados y ajetreados. Todo es urgente, no? Si lo urgente verdaderamente no es tu problema, dejá que otros se encarguen de ello.
d.  historias interminables de problemas y miserias. Todos tenemos problemas, y es una pena que algunos tengan que enfrentar cosas realmente difíciles, pero tratá de no involucrarte más allá de lo que podás soportar.
3.  Ponete en primer lugar. En lugar de abarcar todo de una vez, distribuí el trabajo por tareas, objetivos, tiempo, encargados, etc.
4.  Quedate sentado(a) y aguantá. Si hay un desastre y nadie actúa es porque todos esperan que lo hagás vos. No tenés que resolverlo todo, así que deberás aprender a que queden cosas sin terminar.
5. Por cada obligación que asumas, dejá una de lado. Delegá trabajos desagradables.
6.  No te quejés porque estás agobiado de trabajo. Los demás velan por sus propios intereses y la verdad, por más que duela, es que no saldrán a ayudarte.
7.  Recordá que la fatiga no es una virtud.
8. Ganá dinero con tus talentos. La vida resulta realmente agotadora si constantemente debes hacer cosas que no van con vos. Trabajá con tus habilidades.
9.  Dedicale más a lo que te satisface, y aprovechá todo lo que suponga un desahogo.
10. Apuntá a la diana. Concentrate en lo que realmente importa, y descubrí el valor de los que hacés (porqué y para qué te piden que lo hagas). Prescindí de lo innecesario.
Finalmente, recordá que la constancia proviene de los descansos. Sin descanso no hay ritmo, así que empezá a considerar dejarte llevar por la pereza:
·   Establecé horarios para no estar localizable; establece distancias
·   Buscá un lugar para relajarte
·   Olvidate del celular de vez en cuando
·   Has gimnasia mental; evita los bombardeos de comentarios e información

Un trabajo es sólo un medio de ganarse la vida. ¡Primero estás vos!


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