miércoles, 22 de diciembre de 2010

Desarrollo Humano Sostenible: Comencemos por Nosotros Mismos

Es interesante ver cómo se polarizan los términos a favor de un discurso “temporal o de moda”. Desde que empezamos a escuchar el término “Sosteniblidad” allá en la administración de José María Figueres y sus iniciativas de desarrollo sostenible con imágenes del ICE y del recurso hidroeléctrico, nos hemos quedado con la imagen y relación de que ese concepto casi se limita al plano ambiental (tal como sucede ahora con las propuestas de RSE que se limitan a intentos de convertirse en empresa verde, alias sembrar árboles y reciclaje). Como bien expone el profesor Rodolfo Aníbal Fallas Castro en su artículo “El Desarrollo Humano Sostenible, del dicho al hecho”[i], la condición de Desarrollo Humano Sostenible (DHS) involucra tres variables específicas que se circunscriben a la interacción del ser humano entre sí, con el medio y con el mercado. Así que no se puede enmarcar solamente en el ámbito medio ambiental, pues se estaría sesgando el desarrollo de la sociedad hacia los recursos que la naturaleza le provee (responsabilidad en la administración de fuentes), y no hacia el uso o generación de productos que se haga de ellos (desarrollo), desviando de alguna manera la atención del progreso y balance del componente social.
Continuando con el ejemplo que menciona el profesor Fallas, nuestro país se ha caracterizado por explotar la riqueza de sus recursos naturales desde la perspectiva del turismo, y durante los últimos veinte años aproximadamente basó su economía en este foco. Nuevos centros de hospedaje se construyeron a lo largo del Pacífico, llegaron cadenas hoteleras internacionales, se realizaron estudios de impacto ambiental para garantizar una dudable armonía con la naturaleza, se financiaron proyectos que ahora están en quiebra debido a la disminución en la afluencia de turistas extranjeros y a los cambios en su comportamiento de consumo, y se valoró la generación de empleos en las zonas costeras, que lamentablemente se proyectaron únicamente alrededor de la industria turística. Hoy día, y ante el panorama mundial de evolución tecnológica y ajustes en la economía, lo que fue base de nuestro ingreso es ahora motivo de preocupación y desempleo, pues los inversionistas lograrán de alguna manera solventar sus deudas, ya sea por ventas, declaraciones en quiebra u otros recursos, pero quienes verdaderamente se ven afectados en este sector, son los miles de trabajadores formales e informales que hoy no cuentan con la posibilidad de generar ingreso para sus familias (desde los empleados de hoteles, tour operadores, y choferes, hasta los vendedores de artesanía y saloneros de sodas y restaurantes típicos). ¿Qué clase de desarrollo humano sostenible se planteó entonces?
Pero no nos quedemos con un ejemplo que depende en su mayoría de una condición foránea. El caótico caso de la autopista a Caldera es una muestra de lo trivial que puede ser el enfoque de desarrollo: en primera instancia, las familias que por años vivieron de la venta de frutas y artesanías a lo largo de Orotina y Atenas –por mencionar un par de cantones- vieron cómo con la apertura de esta nueva vía sus ingresos cayeron inmediatamente, y ante la exposición de este tema en los medios nacionales, muchos se dejaron decir que para el progreso del país era necesario que algunos pocos se afectaran, pues esta pista traería más agilidad y comunicación para el comercio internacional que llega al puerto. ¿Y para qué tal alegato si la mencionada pista que no pudo operar en las condiciones esperadas ni por un periodo de prueba, y aún ahora pasa constantemente cerrada? ¿A dónde está ese anunciado y esperado progreso?


Sí, el problema es de competitividad y conocimiento, pero no sólo para satisfacer los requerimientos de las transnacionales, sino para cumplir con nuestro propio desarrollo. Si nosotros mismos no sabemos tejer y delimitar las oportunidades de crecimiento, ¿cómo podemos esperar aprovechar las que nos ofrece la globalización?
En mi opinión, el dilema del desarrollo humano sostenible no debería referirse tanto a la equidad, pues por principio de economía debe existir una desigualdad o desbalance para que los mercados funcionen (si todos estuviéramos en condiciones de justo balance, la interacción no surgiría y daríamos paso a la monotonía e improductividad). Abordar este tema requiere más intervención social que económica, para visualizar las aristas de implicación en la integridad humana.
Hablamos de que este es un tema que no se limita a lo ambiental, pero siempre se nos van las horas en ello, y caemos en designar responsables a las empresas y al gobierno, pero lo cierto es que el establecimiento y la base del DHS comienza por nosotros, si es que verdaderamente consideramos y creemos en la prosperidad, no si nos limitamos a esperarla.
He oído casos de vecinos que pagan por sembrar árboles en las aceras de la comunidad con tal de ganar votos o favores, y aunque es cierto que no es bien visto que alguien pague por disfrazar un negocio, el progreso no se limita a sólo si se plantan los árboles o no. Porque ¿para qué sembrar árboles en una zona residencial que sólo van a cumplir una función estética si al cabo de unos pocos años habrá que derribarlos porque sus raíces destruyen la acera y la calle? Sembrar por sembrar no es una acción responsable. Para sembrar hay que saber a dónde se va  a sembrar, cuáles son las condiciones del terreno, y qué tipo de especie es la más conveniente de acuerdo a las condiciones. Y esto aparte de ejemplificar la realidad, también nos sirve de alegoría para todas las acciones que hagamos profesionalmente y personalmente. ¿Alguien ha pensado que la campaña de Ambientados de Kimberly Clark no es más que un pseudo-programa a favor del ambiente que no tiene nada de sostenible, pues es la manera más fácil de conseguir materia prima para la elaboración de sus productos? Sí, es cierto, se recicla, pero cuántas más personas se benefician de ello? Saben ustedes que si uno los contacta para reciclar papel y generar fondos no le indican que deben ir en pacas de cierto peso –amarradas-, y que las calidades también son penalizadas? Si no se siguen las instrucciones no dadas, pues se obtiene menos dinero. Yo reciclo el papel, y trato de dárselo a instituciones o empresas que puedan beneficiarse con la venta de ese papel a Kimberly Clark. Sí, es cierto, al final el destino es el mismo, pero al menos alguien funge como intermediario y la gran transnacional deberá pagarle algo por su esfuerzo y su material.
Este ejemplo lo pongo para que veamos que antes de actuar debemos saber qué hacemos y porqué hacemos las cosas. El Desarrollo Humano Sostenible es un asunto de proporciones enormes, pero podemos tropicalizarlo y hacerlo nuestro si buscamos actuar con lógica y hasta consideración, si se quiere, aunque sepamos que el justo balance no se alcanzará. La cuestión es entender que en nuestra dinámica político-económica-empresarial hay muchos actores, y tradicionalmente pocos ganadores, entonces por qué no propiciar nosotros más ganadores en diferentes niveles para que los beneficiados tradicionales no se salgan con la suya?
Y ya para terminar, les recomiendo ver esta película en YouTube cuando tengan tiempo (se llama Home, realizada por The Home Project y está narrada por Salma Hayek http://www.youtube.com/watch?v=SWRHxh6XepM, que aparte de ser gratuita y tocar nuestro tema de desembocadura ambiental, trata los afluentes del caos que nos rodea, y nos da una leve estocada de que sí, nosotros tenemos arte y parte en esto (hay una versión inglés para los que gusten también). Algunos piensan que la tecnología es la panacea que nos salvará de todo. Yo creo que todo depende de quién la use y cómo lo haga, pero por si acaso no está de más hacer ajustes.



[i] Fallas Castro , R.A. (2009) “El Desarrollo Humano Sostenible, del dicho al hecho”. Revista Intercambio, Universidad Interamericana de Costa Rica N°29, abril.  
El MSc. Rodolfo Aníbal Fallas Castro es profesor de la Maestría Gestión y Administración Ambiental en la Universidad Latina de Costa Rica, Campus Heredia (antigua Universidad Interamericana de Costa Rica).



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